El Oficial de la Paz Que Necesita Cada Familia (2)

«Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.» (2 Corintios 5:14-15)

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La Unidad Por un Propósito Común para Vivir

En hogares donde el Señorío de Cristo y su presencia son realidades vivas, Él opera como un oficial de paz por proveer un propósito común para vivir. La realidad del amor de Cristo llega a ser una fuerza apremiante que levanta a la gente arriba de sus propios intereses egoístas para vivir para Él y sus propósitos. Cuando el amor de Cristo expresado en su vivir, morir, resucitar y reinar por nosotros llega a ser una atesorada realidad que mora en nuestra experiencia, muchos de los desacuerdos que tenemos con otras personas parecen insignificantes. Estamos acogidos en una causa mucho más grande y más importante que cualquiera de nuestros intereses pequeños. Se rompen nuestros corazones y se llenan del amor de Cristo. En respuesta, decimos con Juan el Bautista, “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).

Cuando Cristo es real en nosotros, lo vemos como nuestra mayor posesión, como Pablo la hacía en Filipenses 3:8. Cuando estamos en unión vital con Jesús, el deseo de nuestros corazones es verlo exaltado. Conseguir gloria para nosotros mismos o tener nuestra propia voluntad pierde su encanto. Buscar primeramente el Reino de Dios y su justicia llega a ser nuestro mayor interés. Cuando reconocemos la causa más alta en la cual como creyentes estamos involucrados, es maravilloso que tan rápidamente se cambien nuestros desacuerdos. Cristo nos une en nuestra entrega o propósitos más significativos que las pequeñeces en las cuales tenemos diferencias.

La Unidad por medio de una Capacitación Común

Cristo hace su trabajo como un oficial de paz que cada familia necesita para llenar sus vidas con un sentido de contentamiento, fuerza y seguridad. Muchos de nuestros conflictos en la casa se desarrollan porque tratamos de sacar de nuestras relaciones familiares lo que debemos recibir solo de Dios. Estamos buscando en los miembros de la familia nuestra seguridad, satisfacción, afirmación y contentamiento. Precisamente de esto es lo que acusaba Dios a los religiosos del tiempo de Jeremías (Jer. 2:13). En cualquier momento que buscamos contentamiento y seguridad en los miembros de la familia, estamos abandonando la fuente de agua viva por escarbar cisternas rotas que no pueden contener el agua.

El recordatorio de Pablo en Col. 2:10 de que hemos sido hechos completos en Cristo pega bien en el blanco. Objetivamente, en nuestra posición ante Dios, tenemos todo lo que necesitamos porque estamos unidos a Cristo. Dios nos ha declarado justos y nos ve como inculpables. Toda la justicia perfecta de Cristo ha sido acreditada a nosotros. Por nuestra unión con él, no necesitamos otra justicia para hacernos aceptables a Dios.

Nuestra entereza en Cristo, sin embargo, va más allá que este aspecto objetivo. Cristo vino para que experimentáramos un tipo de entereza subjetiva también. El propone cambiar nuestra condición igual que nuestra posición (Juan 10:10; 7:37-38). Cuando estamos viviendo una relación vital, personal con Cristo, experimentamos un sentido de entereza subjetiva. Dios nos da una fuerza interior para poder decir con Pablo… (Fil. 4:11).

Miembros de la familia muchas veces llegan a ser contenciosos y emocionales porque se sienten amenazados. Debajo de sus respuestas pecaminosas hay un sentido de vacío e inseguridad que tratan de vencer por la aprobación de otras personas. Interpretan desacuerdos como desaprobación. En tales casos los miembros de la familia han olvidado que ellos ya están enteros (suficientes) en Cristo. Los que viven en una relación plena con Cristo no necesitan dominar a otras personas. Nuestro valor y satisfacción no lo sacamos de los que nos rodean, nos es imputado de la misma manera que nos es imputada la justicia. Cualquier valor que tenemos es un regalo por nuestra relación con Cristo. En unión con Él hemos sido bendecidos también con la presencia que mora en nosotros del Espíritu Santo, quien nos hará igual a Jesucristo y nos da poder de cumplir el llamado de Dios para nuestras vidas, a pesar de la opinión que la gente pueda tener de nosotros. Esta aprobación, acuerdo y apreciación de otros miembros de la familia es agradable, aún deseable. Pero no es una necesidad absoluta porque en Jesucristo tenemos todo lo que necesitamos para vivir.

 

Tu Familia Como Dios La Quiere

 

Echando Profundas Raíces

Efesios 3:14-21

14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo,

15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra,

16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;

17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor,

18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura,

19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.

20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,

21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Predica de Pastor Jaime Greenwood, 19 de agosto, 2012

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En el contexto de la iglesia local el Apóstol Pablo nos enseña que cada creyente debe llegar a ser una parte fuerte del conjunto. No podemos vivir aislados en nuestro pecado porque esto no es el plan de Dios desde la eternidad pasada, sino es necesario que cada individuo esté bien arraigado y cimentado en el amor de Dios. Este amor produce cristianos firmes y fuertes que disfrutan de la comunión con otros creyentes firmes y fuertes. Todo esto es posible a través del Espíritu de Dios que fortalece a cada creyente.

I. Pablo pidió que los cristianos estemos fortalecidos. V. 16

En los versículos 14 y 15 el Apóstol Pablo establece el hecho de que su postura en pedir algo del Dios Todopoderoso, el ser supremo en el cielo y en la tierra es una de sumisión. Con las rodillas dobladas significa que la cosa deseada no se logre por uno solo, sino es algo que es dado por uno más poderosos que es capaz de hacerlo. La primera cosa que Pablo pidió para todos los creyentes fue fortaleza en el poder divino.

A. El poder divino nos es dado según las riquezas de la gloria de Dios.

La idea de un poder fortalecido es la idea de un hormigón reforzado con hierro. El poder de Dios parece ser algo místico para muchos creyentes, cuando en realidad es algo que forma parte de las riquezas transferidas en el momento de nuestra adopción como hijos de Dios. El problema que tenemos es vivir una vida reforzada con el poder divino.  Gracias a Dios su poder es dado según sus riquezas y no solamente de  sus riquezas. Si soy millonario y te doy diez pesos te he dado de mis riquezas, pero si te doy un millón de pesos te he dado según mis riquezas. La primera es una porción y la segunda es una proporción.

B. Este poder es disponible para el hombre interior.

El hombre exterior muere pero el hombre interior puede ser renovado espiritualmente cada día para darnos éxito en la vida cristiana. El hombre interior requiere ser ejercitado I Tim. 4:7-8; ser limpiado Salmo 51:7; y precisa alimentación Mat. 4:4. El hombre interior es la parte donde habita y obra Dios.

C. Este poder es posible por la obra del Espíritu Santo.

La obra de Dios es exitosa cuando el poder del Espíritu de Dios controle al hombre interior. Esto significa que estamos siendo controlados por Dios en toda área de nuestras vidas. Tenemos que dedicarnos al estudio de la palabra de Dios para poder experimentar el crecimiento espiritual a través del poder de Su Espíritu. Hebreos 5:12-14 nos advierta de la posibilidad de haber sido cambiados por Dios solamente para dejar de permitir al poder del Espíritu Santo de Dios controlar a nuestro ser. Solamente cuando damos prioridad al Espíritu Santo en nuestras vidas y le dejamos controlar el hombre interior tenemos éxito en crecer para la gloria de Dios y a la vez para el avance de Su obra en la tierra.

II. Pablo pidió que los cristianos tengamos profundidad. V. 17

Pablo utilizó algunas figuras para ilustrar la idea de la profundidad necesaria en la vida cristiana.

A. Que Dios habite en nosotros.

Esta palabra significa en el griego que Dios se sienta en casa en nuestros corazones. Que Dios resida y esté cómodo en el corazón de cada creyente. Esta es una referencia a la necesidad de cada creyente de profundizar su relación con Dios a través del ejercicio de nuestra fe a través del conocimiento.

B. Que estemos arraigados y cimentados en amor.

Estas figuras ilustran primero un árbol que se sostiene por tener sus raíces echas bien profundas en la tierra de dónde busca su alimentación, y la segunda es la idea del fundamento de un edificio. Si el edificio no tiene un buen fundamento, cuando vienen las tormentas se cae en seguida. Mateo 7:27. El creyente tiene que tener una relación profunda con Dios en Su amor para poder estar firme contra el ataque de Satanás. Efesios 6:11

En Mateo 13:3-9 Jesús nos relata la parábola del sembrador y dice que la semilla que no cae sobre la buena tierra no va a poder echar raíz y tener un fundamento para llegar a la madurez. La vida que de cada creyente precisa esa madurez que se base en fe y se ejerce en amor.

 III. Pablo pidió que los cristianos tengamos percepción. V. 18-19a

Pablo dice aquí que es esencial que el creyente no solamente entiende que Dios es amor sino también llega a tomar posesión de esta verdad.

A. Que comprendamos la inagotable grandeza  del amor de Dios. V.18

La palabra traducida comprender significa tomar posesión para el beneficio de uno mismo. El amor de Dios no es limitado en sus dimensiones, cosa que significa que es inagotable.

B. Que reconozcamos que el amor de Dios es reconocido por el pueblo de Dios. V. 19a

Ningún creyente tiene que preocuparse de tener recursos adecuados para enfrentar la vida cotidiana. Dios derrama en nuestros corazones lo que es imposible conseguir aparte de Dios y que es menospreciado por el mundo. Rom 5:5

 IV. Pablo pidió que los cristianos tengamos plenitud. V. 19b

A. El medio de nuestra plenitud es el Espíritu Santo. (Efesios 5:18)

Debemos estar controlados completamente por el Espíritu Santo demostrando el poder del Espíritu Santo que opera en nosotros.

B. La medida de nuestra plenitud es Cristo mismo. (Efesios 4:11-16)

Es triste cuando el creyente usa la medida equivocada. Él busca en su alrededor para compararse con los otros creyentes para disculparse de sus faltas y fallas. Cuando la realidad es que nuestro estándar es Cristo mismo.

Es muy popular hoy en día de enseñar que los hijos de Dios reciben sólo cosas buenas y vivirán en abundancia, pero eso no es lo que la Biblia dice. Nos encontramos en realidad que estamos en la batalla de una guerra que va a durar mientras vivimos. Preparate para luchar y ganar la batalla hoy echando profundas raíces en la fe.