El rol de líder se hace más fácil cuando hay muchos dispuestos ayudar con las tareas. Esta semana pasada volvieron tres hermanos de nuestra congregación de una semana de trabajo en Comodoro Rivadavia. Ellos fueron con otros tres hermanos de una iglesia hermana para ayudar en levantar paredes en un segunda planta de la iglesia Bautista en aquella ciudad. Sacrificaron de sus medios y de su tiempo para poder realizar una obra de construcción que Dios bendijo con lindo clima, protección personal y mucha fuerza. Al final, realizaron el doble de lo que se había propuesto para aquellos días. Su sacrificio nos recuerda que cuando cada uno aporta su grano de arena se hace un mar. Sin la ayuda de estos hermanos la obra de aquella iglesia sería más difícil por lo cual agradecemos a Dios por estos obreros por más que su trabajo no sea reconocido fuera de nuestro entorno.
Los tres ejemplos de personas dispuestos a ser utilizados en el servicio del Señor que vamos a ver hoy demuestran que el rol de un líder se hace más fácil cuando hay muchas personas dispuestas a ayudar con las tareas inmediatas. La obra del apóstol Pedro se hace efectivo por la obediencia y fidelidad de los que obraron tras el escenario en varias situaciones.
I. El testimonio de los dos hermanos que buscaron a Pedro vv. 36-38
En vez de enterrar al cuerpo inmediatamente, se preparó y se guardó en un aposento alto. Llamaron a Pedro para que venga urgentemente con la expectativa de que él realice alguna clase de milagroso. Pero era necesario mandar a algunos a buscar y convencer a Pedro a acercarse. Gracias a Dios por la buena disposición de estos dos hermanos quienes fueron hasta Lida para traer a Jope al apóstol Pedro. Su sacrificio de fe resulta en una tremenda bendición para la iglesia local y la comunidad de los inconversos. Los resultados son la restauración de la hermana Tabita y la evangelización de una tremenda cantidad de personas de la zona (v. 42). Precisamos hombres dispuestos a dar de su tiempo aún cuando la tarea parece inútil o de poco provecho.
II. Las evidencias de la vida entregada de Tabita vv. 39-42
Tabita o Dorcas se destaca por su servicio a la comunidad tanto creyente como inconverso. Ella ministra tanto con sus palabras además con sus limosnas. Ella prepara ropa para otros por más que no tiene grandes capacidades para ofrendar a los pobres (v. 36). Al morir ella, es lamentada por muchos y en especial las viudas que ella atendía. En vez de considerar su recursos limitados un estorbo en su ministrar para Jesús, ella utilizó su poco para convertirlo en mucho Mateo 14:19; Lucas 21:3. Tabita termina siendo un ejemplo digno de seguir por su ministerio abnegado de ministrar a los necesitados.
III. La demostración de hospitalidad de Simón v. 43
El testimonio de estos acontecimientos produjo un gran número de conversiones en la zona. Para poder quedarse allí y ministrarles el evangelio era necesario que el apóstol Pedro cuente con algún hospedaje. Se refugia en la casa de un tal Simón, curtidor. Según la tradición de los judíos, la tarea de curtidor se consideraba inmunda tanto que una mujer pudo pedir el divorcio de su esposo por trabajar en este rubro. Tenemos que preguntarnos el significado de la estadía de Pedro en la casa de un hombre que tiene su principal trabajo en algo que los judíos consideran inmundo. Es importante este dato porque demuestra como Dios prepara el entorno para que Pedro pueda estar preparado para llevar próximamente el evangelio a los gentiles ya que Palestina ha sido evangelizado. Pero sin la disposición de Simón de extenderle la gracia a Pedro a quedarse en su casa no hubiera podido realizar su tarea. Vamos a ver en nuestro estudio de 1ra de Timoteo que cada creyente debe ser dado a la hospitalidad (3:2). Cuando el pueblo de Dios realiza tareas para ayudar a los obreros de Dios, la obra avanza porque las necesidades están cumplidas.


La muerte es tan solo terminal para los que rehúsan creer en Jesucristo.
Las acciones pequeñas de una generación de creyentes pueden influenciar para bien a otra.
Dios siempre nos acompaña cuando respondemos afirmativamente a Su llamado.
Cuando uno reconoce la divinidad de Jesucristo su vida es cambiada para siempre.






La verdad de la Palabra de Dios supera los engaños de los malvados. ¿Fuiste engañado alguna vez por un mago? La mayoría de los trucos que hacen los magos tienen que ver con artimañas de juego de manos donde “la mano es más veloz que el ojo” dándole la sensación que algo mágico habría sucedido. Aún cuando sabemos que alguien nos va a engañar con sus trucos nos quedamos fascinados por la ligereza asombrosa del mago. Hay cierto prestigio que acompaña al mago por su habilidosa manera de entretenernos con cosas que no podemos explicar.
Ahora, quiero hablar con usted sobre el tema de hoy, «dondequiera que Él guíe hay éxito». Quiero que todos los que están aquí lo digan y lo signifiquen: «Dondequiera que Él guíe, iré». Ahora, Él no puede guiarlo atraves del OCEANO. Él no puede llevarte al púlpito. Pero, Él te guiará. Y, Él tiene un plan para ti. Ahora, puedo preguntar, cuántos misioneros hay aquí, y no quiero que levantes las manos, porque podría avergonzarte, después de decirte lo que voy a decir a continuación. Porque, quiero decir que cada uno de nosotros que somos salvos es un misionero. Decir misionero y decir cristiano es decir lo mismo. Ahora, un misionero es alguien que ha sido salvado del pecado. Ahora, algunos de nosotros somos enviados a través del océano, y algunos de nosotros somos enviados al lado, pero si somos salvos, entonces somos enviados, y debemos decir: «A donde sea que Él nos guíe, iré porque ahí es donde encontraré el éxito”. Ahora, quiero darle esta mañana, mientras estudiamos la Palabra de Dios, algo para animar su corazón, algo que decir y en serio, no tener miedo de decirlo. Y, por cierto, si alguna vez hubo un momento en el que debiera decirlo, damas y caballeros, es ahora. A donde sea que Él nos guíe, yo iré porque ahí es donde encontraré el éxito. El problema es que los tiempos son desesperados, pero los santos de Dios no lo son. Nos sentamos y sentimos que, si vamos a la iglesia el domingo por la mañana, le hemos hecho un favor a Dios: «¡Oh Dios, qué buen seguidor tuyo soy! Fui a la iglesia el domingo por la mañana. Incluso deposité algo en el plato de la ofrenda. «Ahora quiero que, para cuando terminemos este mensaje, cada uno lo haya dicho y lo haya dicho en serio:» A donde sea que Él me guíe, yo iré porque ahí es donde encontraré el éxito.