7 Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos.
8 Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos.
9 Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. (1 Tesalonicenses 2:7-9)
Durante la semana pasada, algunos hermanos de la iglesia trabajaron para hacer avanzar el proyecto de la reja delante del templo. En una parte les era necesario derrumbar una pequeña muralla. Al terminar de derrumbarla quedaron los escombros de ladrillos comunes. Ahora, los ladrillos eran demasiado grandes para ser útiles como relleno así que les pedí que los picaran para hacerlo más chico y a su vez más provechoso. El problema es que la tarea de picar semejante cantidad de ladrillos no es fácil. Es una tarea laboriosa y difícil. También termina siendo monótono al realizar los mismos movimientos una y otra vez. La montañita de escombros afuera da testimonio que los hermanos cumplieron con la tarea por más que fuese algo incomodo e inconveniente.
Pablo continua su descripción de su ministerio en Tesalónica dejando atrás las acusaciones de un ministerio falsificado para hablar de los aspectos positivos de lo que ellos buscaban lograr al predicar el evangelio de Cristo. Es probable que la última frase de versículo seis coincida con la primera frase de versículo siete. En este caso, Pablo reitera como ellos no buscaban remuneración por parte de los Tesalonicenses para demostrar la autenticidad de su mensaje de gracia y el amor de Dios que los compela a compartir el evangelio. No es que un ministro no tiene derecho al mantenimiento de la iglesia (I Cor. 9:14), pero Pablo no quiso dar ocasión a los inconversos acusarle de motivaciones mundanas (I Cor. 9:15-18). Al rehusar serles gravosos, Pablo deja en claro que no tiene ningún problema en trabajar duro. Pero a su vez, Pablo quiere demostrar que un buen ministro no es duro con la gente.
I. Un buen ministro tiene afecto por los suyos (v. 7). En vez de actuar en base de su autoridad como apóstol (v. 6), Pablo dice que su trato fue tierno.
A. El trato con los fieles debe ser amable. Pablo dice que ellos no actuaron en ningún momento en una manera indebida. Sino, más bien, ellos se llevaron entre los tesalonicenses con una amabilidad que se puede describir como tierno. No es que Pablo nunca habló con autoridad o reprimenda, pero su manera preferida de compartir su mensaje (v. 2) es con afecto.
B. Los ministros del evangelio deben de servir sin esperanza de beneficio personal. Se puede comparar el trato con una nodriza con su bebé. El pago de una madre que amamanta a su bebé es mínimo, pero la tarea se efectúa por amor. Pablo dice que su trato con los que escucharon una presentación del evangelio fue motivado por el mismo amor de una nodriza.
I. Un buen ministro anhela entregar su vida por otros (v. 8). Pablo continúa con la analogía y dice que su amor era tan grande que buscaban dar su mejor para el bien de los creyentes.
A. El enfoque principal de cada ministro tiene que ser el evangelio. Pablo menciona a propósito el evangelio primero porque es la esencia de su ministerio. Tiene que ser el enfoque de cada ministro serio que busca hacer crecer el reino de Dios.
B. El mensaje del evangelio es creíble cuando es acompañado por amor. Las implicaciones del evangelio son un amor por Dios y un amor por los demás (I Juan 4:20-21). Pablo dice que buen ministro del evangelio va a desarrollar un afecto que termina siendo un amor verdadero hacia los suyos. La cualidad principal del amor es la entrega personal y Pablo dice que les fue demostrado en una manera tangible.
III. Un buen ministro trabaja arduamente (v. 9). Pablo trae a las memorias de los tesalonicenses la manera en que trabajaron entre ellos para presentarles el evangelio. Él vuelve a repetir que no quisieron serles gravosos entonces les demostraron con sus vidas la manera en que un seguidor de Cristo puede glorificar a Dios dando el evangelio mientras uno trabaja para proveer por sus propias necesidades. Pablo dice que trabajaron con fatiga y dificultad desde temprano hasta tarde.
No propone que es la única manera de sustento disponible para un predicador, pero tampoco dice que un predicador no puede recibir ganancias de una profesión aparte del evangelio.
Pablo termina esta pequeña sección dándonos a entender que los que iban a servir como ministro después de él deberían de tener características muy similares a los del apóstol y los ministros que le acompañaban.


Pablo enseña en nuestro pasaje hoy que, como un padre, Dios se aprueba a los hijos que entregan sus vidas para compartir Su evangelio con otros. Si un padre de verdad es uno que demuestra su amor por sus hijos por involucrarse en sus vidas al ofrecerles exhortación y consuelo (v. 11), nosotros tenemos una enorme responsabilidad de demostrar esta clase de amor y cuidado hacia los inconversos al entregarles el evangelio. Pablo ya nos dijo en el versículo 10 de capítulo 1 que debemos estar motivados a exhortar a otros a huir de la ira venidera por la esperanza que hay en nosotros. Si nuestra motivación se centra en motivos personales, podríamos perder la oportunidad de influenciar para bien aquellas personas que seguro estén en búsqueda de la aprobación de los hombres. La bendición de la aprobación de Dios se encuentra en el cumplimiento de Su plan para la salvación del mundo.
La palabra aquí traducida “Jehovah” es un invento moderno del siglo 16. Al decir que es un invento moderno no quiero decir que es incorrecto porque es una pronunciación de las palabras hebreas “YHVH” junto con los vocales del nombre de Dios “Adonaí” y terminamos con “Jehovah” para nombrar a Dios. Esto es debido al temor o la superstición de los Israelitas de usar el nombre de Dios y así tomarlo en vano. Así que, para la altura del exilio en Babilonia ellos habían dejado de nombrar a Dios como “Yahvé” y usaron casi exclusivamente el nombre “Adonaí” para referirse a Dios. Vuelvo a decir que no es incorrecto referirse a Dios como “Jehovah” es simplemente impreciso. Te lo cuento porque un miembro de nuestra congregación abandonó a la iglesia al cuestionar la Biblia y nuestra fe precisamente por esta imprecisión.

Los atletas desean más que cualquier otra cosa se grandes delante de los ojos de otros. Su motivación para levantarse cada día para entrenar va más allá que el superar a uno mismo y los lleva a sacrificar todo para lograr ser primero en su clase. Aspiran a la grandeza del reconocimiento como el mejor atleta en su categoría. El hombre más veloz en el mundo por mucho es Usain Bolt, el jamaiquino corredor tenedor del record mundial de los 100m. Si alguien desea correr tan velozmente como él, va a estudiar su forma o manera de correr y lo va a imitar.





