¿Por qué pelean las familias? (Parte 4)

Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. (Mateo 5:10-11)

Puede que sentís que no recibís suficiente sostén emocional, respeto, aprobación, afirmación, o afecto de otros miembros de la familia. Puede que estás buscando más ayuda física en el hogar y sentís que los demás te toman ventaja. O tal vez querés algo espiritual, como que estén de acuerdo con tu interpretación de las Escrituras, conformidad a tus normas de lo correcto y lo incorrecto, o mejoría en el caminar con el Señor de algún miembro de la familia.¿Cómo reaccionás cuando los demás no cumplen tus deseos? ¿Y por qué reaccionás de esta manera?

Conflicto por la Causa de la Justicia 

La Escritura nos recuerda que a veces la gente se nos va a oponer porque representamos la justicia. Los creyentes pueden esperar oposición en la sociedad. Pero Jesús también nos advierte de discordia similar adentro del círculo familiar (Mt. 10:35-36). En ocasión, la discordia familiar se presenta porque alguien (una esposa, un esposo, un padre o un hijo) representa la justicia y otros se oponen a aquella justicia.

La rectitud de Abel trajo la ira de su hermano Caín (Gen. 4). Asimismo, los hermanos de José lo odiaban (Gen. 37). Y así, aún en el hogar del creyente hay veces que los miembros de la familia se van a perturbar por sus convicciones de él o ella. En ocasiones, aún vos podés ser el que se perturbe por alguna convicción justa o acción de otro miembro de la familia. Desafortunadamente, en este lado del cielo todos somos capaces de oponer la voluntad de Dios y disgustarnos con aquellos que buscan obedecerlo.

Me gustaría pensar que cada vez que he tenido conflicto con otro miembro de la familia, es porque he estado representando a Cristo. Pero en muchas ocasiones, la razón de nuestros conflictos es porque he reaccionado con egoísmo a nuestras diferencias o a la justicia de la otra persona. Demasiadas veces, he sido culpable de lo que condena Santiago (4:1-3). He deseado algo y no lo he conseguido. ¡Ah! Podría dar todas las razones espirituales en el mundo porque mis deseos eran correctos y por eso justificarme por estar enfadado. Pero la verdad es que estaba sufriendo más por la causa de mi ego que por la justicia. Y lo que es verdad de mí es muchas veces verdad de los demás. Actitudes y acciones pecaminosas se deben despojar y actitudes y acciones bíblicas (centradas en Cristo) se deben desarrollar por el poder del Espíritu Santo que mora adentro.

Cómo Prevenir Conflictos Familiares

¿Cómo prevenís y resolvés los conflictos familiares? El primer paso es estar consciente que en cualquier relación terrenal muy cercana, los desacuerdos fácilmente se pueden convertir en conflictos. Entre más cercana la relación, más potencial hay para contención y discordia. Para que no ocurra eso en tu familia, reconocé las maneras específicas en lo cual sos semejante y en cuales diferente. Discutí tus disparidades cabalmente.

Luego buscá discernir la razón por las cuales estas diferencias tienden a escalar en conflictos. Sea honesto delante de Dios. Preguntáte: ¿Me molestan tanto estas diferencias y desacuerdos porque soy egoísta? ¿Es porque quiero mí manera y la otra persona no está cooperando con mis demandas? ¿Tengo envidia? ¿Tengo motivos no piadosos? Diagnosticá lo que pasa en tu vida y tus relaciones por usar las Escrituras como norma. Dondequiera que encontrás tus actitudes, pensamientos, emociones y acciones siendo no-bíblicos, tomá la responsabilidad entera de ellos. ¡No buscás echar la culpa a otro o racionalizarte! Al contrario, reconocé tus pecados y mirá a Jesús por su perdón. Fijá tus ojos en Él, y confiá en Él para ayudarte a responder a tus diferencias y desacuerdos en una manera más piadosa y más constructiva. Por su poder, la discordia familiar se puede cambiar en concordia familiar.

¿Por qué pelean las familias? (Parte 3)

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?  Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.  Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.  (Santiago 4:1-3)

Miembros de la misma familia pueden diferir en personalidad, perspectiva, valores, dones y habilidades, intereses, gustos, disgustos, nivel de educación, inteligencia y adiestramiento. Estas disparidades proveen frecuentemente la ocasión para desacuerdos y malentendidos que pueden producir contención. Así que, el ser diferente es una contribuyente mayor de conflictos familiares.

Las Tres Fases del Matrimonio 

Alguien ha dicho que la mayoría de los matrimonios pasan por tres fases.

La fase 1 es el éxtasis o el encantamiento. Este ocurre durante el noviazgo y los primeros días del matrimonio, cuando reina el romance. Todo es maravilloso, y el cónyuge no puede hacer nada mal.

La fase 2 es la realidad o el conflicto, la fase donde la pareja reconoce que los dos no siempre ven todo igual. Gradualmente empiezan a reconocer que no se casaron con quien creían que se casaron. Empiezan a ver que la otra persona tiene faltas reales y que tienen diferencias fuertes sobre ciertos asuntos. Poco a poco (si no rápidamente) empiezan los conflictos entre ellos.

De esta fase se pasa a la tercera que tiene tres direcciones. Algunas parejas deciden que no pueden manejar sus diferencias y escogen el divorcio. Otros proceden a adoptar un statu quo infeliz, donde sólo coexisten. Un tercer grupo aprende a manejar sus desacuerdos y a prevenir y/o resolver sus conflictos. Como resultado, avanzan a una relación de maduración o crecimiento y desarrollo. Para estas parejas, los desacuerdos matrimoniales o familiares les proveen el ambiente propicio para progresar y entrenarse en la marcha para aplicar los principios bíblicos. Consiguen una cosecha de justicia porque han aprendido la habilidad importante de resolver conflictos.

Pero la pregunta es, ¿cómo lograr ser pacificador en vez de guerrero? ¿Qué es menester hacer para prevenir y resolver los conflictos bíblicamente? Entender el por qué los desacuerdos son inevitables y la razón para que surjan los conflictos es un factor importante. Tener una respuesta clara a la pregunta de Santiago 4:1 es el primer paso.

Buscando las Raíces de los Conflictos

Pero ¿por qué se conviertan tan fácilmente las perspectivas diferentes en conflictos? Las Escrituras declaran que tenemos conflictos por nuestros deseos que luchan adentro de nosotros; porque queremos algo que no podemos tener (Sant. 4:1-3). Santiago nos despoja de todas nuestras pretensiones piadosas y llega a la raíz de muchos de nuestros conflictos interpersonales. En otras palabras, las diferencias muchas veces se tornan a conflictos porque somos egoístas. Queremos que los miembros de la familia vean las cosas como nosotros las vemos, que crean lo que nosotros creemos, que actúen como queremos, o que hagan lo que queremos que se haga. Y cuando no cooperan, nos frustramos. Luego, por nuestro egoísmo, respondemos en una variedad de maneras pecaminosas. Puede que tratamos de forzar los miembros de la familia a sumisión por sermonearlos, gritarles, o argüir incansablemente. Tal vez desenfrenamos y los castigamos verbalmente o aún físicamente. O puede ser que usamos maneras más sutiles para presionarlos a someterse o lastimarlos por no estar de acuerdo con nosotros. Hacemos pucheros, nos retiramos, lloramos, o fruncimos el entrecejo, o somos silenciosos, no cooperativos o pródigos. Porque nuestros deseos se bloquean, nuestros esfuerzos a controlar la situación producen conflictos.

Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros. De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada, si el de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; (Ro. 12:4-6)

Por los dones y talentos disimilares que Dios nos ha dado (Rom. 12:4-6), podemos tener un interés más profundo de ciertas cosas que tienen otros miembros de la familia. Es fácil pensar que todos deben ser tan devotos a un asunto particular como somos nosotros, e intentamos forzarlos, y comunicarles que anda algo mal con ellos por su falta de entrega. Las áreas en las cuales los miembros de la familia pueden diferir son casi inumerables.

TU FAMILIA, COMO DIOS LA QUIERE, por Dr. Wayne A. Mack

¿Por qué pelean las familias? (Parte 2)

!!Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
    Habitar los hermanos juntos en armonía!  

Salmo 133:1

Los datos bíblicos, registros históricos y experiencia personal indican que en las relaciones interpersonales los desacuerdos son inevitables. Tu felicidad personal es afectada gracias a la forma en que manejás los desacuerdos que surgen (Sal. 133:1). Lo opuesto también es verdad; ya que la mayoría de la gente dice que no hay mayor desánimo que el resultante de una discordia familiar sin resolver.

La Bendición de la Paz

Las escrituras declaran en Sant. 3:8 que la lengua es una fuente de mal, «pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.»

¿Querés tener una cosecha de justicia en tu familia? Santiago dice que no debés esperar que esto ocurra en un hogar marcado por riñas y pleitos. Ocurrirá en familias donde los pacificadores están sembrando paz continuamente. Van a tener una cosecha de justicia.

El Salmo 133 enfatiza el mismo pensamiento. Compara la unidad en la familia con el aceite de ungir. De esa manera fue consagrado Aarón como sacerdote para el uso del Señor. El salmista parece estar diciendo que cuando mantenemos la unidad, nosotros somos apartados especialmente para el servicio del Señor. En una atmósfera de paz y unidad, Dios nos bendice y usa de una manera especial.

Otra frase en este salmo expande más el concepto. El salmista compara la paz y la unidad entre hermanos al rocío (v. 3). Cae poca precipitación en Palestina en el verano. Para que crezcan las plantas, necesita más humedad. Afortunadamente muchas áreas de Palestina, en especial el Monte Hermón, se bendicen con rocío pesado. Esto produce una cosecha abundante. De manera similar, el salmista indica que la bendición de Dios cae abundantemente sobre la gente (individuos, familias iglesias) que aman a la unidad.

Las Tres Fases del Matrimonio 

Alguien ha dicho que la mayoría de los matrimonios pasan por tres fases. La fase 1 es el éxstasis o el encantamiento. Este ocurre durante el noviazgo y los primeros días del matrimonio, cuando reina el romance. Todo es maravilloso, y el cónyuge no puede hacer nada mal.

La fase 2 es la realidad o el conflicto, la fase donde la pareja reconoce que los dos no siempre ven todo igual. Gradualmente empiezan a reconocer que no se casaron con quien creían que se casaron. Empiezan a ver que la otra persona tiene faltas reales y que tienen diferencias fuertes sobre ciertos asuntos. Poco a poco (si no rápidamente) empiezan los conflictos entre ellos.

De esta fase se pasa a la tercera que tiene tres direcciones. Algunas parejas deciden que no pueden manejar sus diferencias y escogen el divorcio. Otros proceden a adoptar un statu quo infeliz, donde sólo coexisten. Un tercer grupo aprende a manejar sus desacuerdos y a prevenir y/o resolver sus conflictos. Como resultado, avanzan a una relación de maduración o crecimiento y desarrollo. Para estas parejas, los desacuerdos matrimoniales o familiares les proveen el ambiente propicio para progresar y entrenarse en la marcha para aplicar los principios bíblicos. Consiguen una cosecha de justicia porque han aprendido la habilidad importante de resolver conflictos.

Pero la pregunta es, ¿cómo lograr ser pacificador en vez de guerrero? ¿Qué es menester hacer para prevenir y resolver los conflictos bíblicamente? Entender el porqué los desacuerdos son inevitables y la razón para que surjan los conflictos es un factor importante. Tener una respuesta clara a la pregunta de Santiago 4:1 es el primer paso: 

¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?

TU FAMILIA, COMO DIOS LA QUIERE, por Dr. Wayne A. Mack

¿Por qué pelean las familias? (Parte 1)

“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres.” (Ro. 12:18)

“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación.” (Ro. 14:19)

“Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones.” (Ro. 14:1)

 

Desafortunadamente los conflictos entre la gente es algo muy común hoy en día. Vemos a cristianos morderse y consumirse unos a otros en el hogar y en la iglesia cuando luchan y riñen continuamente. En muchas familias, aún las cristianas, la discordia es algo normal. ¿Qué de vos y tu familia? ¿Batallás algunas veces con otros miembros de tu familia? ¿Has contendido con tu patrón, tus compañeros de trabajo, tus vecinos, tus compañeros en la iglesia? Estoy seguro de que no hay nadie que nunca haya tenido un conflicto con alguien. Algunos tienen más que otros. Si somos honestos admitiremos que sí hemos tenidos conflictos con otros, incluso con los miembros de nuestra familia.

Los Desacuerdos Son Inevitables 

Ocasionalmente me dice la gente: “Tenemos diferencias en casi todo. No podemos ponernos de acuerdo. Ciertamente eso es prueba de que nuestro matrimonio no era la voluntad de Dios.” Mi respuesta es: “Adán y Eva fueron hechos uno para el otro, la pareja perfecta, especialmente por Dios. Aun así se decepcionaron uno del otro. Adán culpó a Eva por haberle dado a comer la fruta prohibida. Eva echó la culpa sobre la serpiente. Inclusive culparon a Dios.

Rebeca e Isaac fueron juntados especialmente por Dios. Dios guió al siervo de Abraham hasta Rebeca para que sea la esposa de Isaac (Gen. 24). Pero el libro de Génesis revela que ellos también tenían sus desacuerdos. Esto no significaba que Dios hubiera equivocado. Solo que necesitaban aprender a congeniar.”

Al contrario de los pensamientos de muchos, la diferencia entre un hogar feliz y uno infeliz no es la presencia o ausencia de diferentes puntos de vista. La diferencia básica es que en el primer hogar la gente enfrenta  y resuelve sus conflictos, mientras que en el otro no saben cómo hacerlo.

Varias cartas del Nuevo Testamento contienen peticiones que indican que el tema “solución de conflictos” es de inmensa relevancia. Pablo escriba a los gálatas en Gálatas 5:15, « Pero si os mordéis y os coméis unos a otros, mirad que también no os consumáis unos a otros.» Santiago 3:18-4:2 indica que no es solamente un punto de vista académico; ya que los conflictos eran muy comunes entre la gente a quién Santiago escribió.

«Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz.  ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?  Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.» (Santiago 3:18-4:2)

 

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Tener los Oidos Abiertos

La comunicación es una calle de dos direcciones que requiere que ambos manden y reciban mensajes.  El que escucha es tan importante como el que habla. No podemos sobrestimar la importancia de un buen oyente. Dios es nuestro ejemplo. La Escritura dice de Dios el Padre, “Porque los ojos del Señor están sobre los justos, Y sus oídos atentos a sus oraciones…; Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su compañero; y Jehová escuchó y oyó…, He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni se ha agravado su oído para oír;” (1 Ped. 3:12; Mal. 3:16, Is. 59:1). Dios no necesita escucharnos para sacar información o entendernos. Ya lo sabe todo. Con todo, nos escucha pacientemente. Pablo nos exhorta a ser imitadores de Dios (Ef. 5:1). Si el escuchar es importante para Dios, también debe ser importante para nosotros, como sus hijos. ¿Qué implica ser un buen escuchador? Prov. 2:2 nos estimula a usar nuestros oídos y corazón cuando escuchamos. La oreja representa el hombre exterior y el corazón representa el hombre interior. El escuchar bien, según Dios, significa que toda tu persona esté atenta a lo que te dicen. Debemos prestar toda nuestra atención a la gente que nos habla.

Escuchar con la mente

Como vamos a notar más adelante, la Biblia hace una distinción clara entre “oír” y “escuchar.” Según la Escritura, podés oír con tus oídos, pero no escuchar en realidad. Esto ocurre cuando escuchás sólo con el hombre exterior, no con el hombre interior.

Escuchar por medio de las emociones 

Un buen escuchador practica la admonición de Rom. 12:15. Busca sentir o por lo menos entender lo que siente la otra persona. No tendremos un buen cimiento para responder a lo que la otra persona dice hasta que, de algún modo, hayamos empezado a sentir lo que ella está sintiendo. Mientras respondamos sin invertir tiempo y esfuerzo para empatizar, nuestras relaciones y comunicaciones van a ser huecas. La gente va a concluir que ni la entendemos ni nos importa.

El Bien Escuchar Requiere Disciplina y Autocontrol

El bien escuchar no llega de manera natural. En numerosos lugares la Biblia manda: “Haciendo estar atento tu oído…” (Prov. 2:2); “Inclina tu oído y oye…” (Prov. 22:17); “Escucha el consejo…” (Prov. 19:20); “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” (Sant. 1:19).  Es difícil escuchar de verdad, y muy fácil decir o hacer algo destructivo cuando dejás que las emociones te dominen. Por eso, la admonición de Santiago, acerca del escuchar va acompañada del mandato de ser “pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” Santiago sabía que una vez que has perdido la calma, también perdés tu capacidad de escuchar lo que dice la otra persona. Tus emociones indisciplinadas oscurecerán tu habilidad de recibir e interpretar correctamente las palabras habladas.

 El Bien Escuchar Involucra la Humildad

El mal hábito que tiene mucha gente de hablar sin escuchar viola muchas directrices bíblicas y es un estorbo para las relaciones familiares constructivas. No sólo evidencia insensibilidad, también expresa una forma sutil de egoísmo y orgullo. La humildad está diametralmente opuesta a este tipo de pensamiento y comportamiento. Según la Biblia, se eres sabio y humilde vas a:

  1. Apreciar y escuchar el consejo de otros (Prov. 12:15);
  2. Escuchar respetuosamente lo que otros dicen antes de dar tu opinión en equis asuntos (Prov. 18:2);
  3. Refrenarte de sacar conclusiones o dar tu consejo hasta que hayas escuchado con cuidado (Prov. 18:13);
  4. Reconocer que tu perspectiva de un asunto tal vez esté distorsionada por estar basada en datos insuficientes o influidas por intereses egoístas (Prov. 18:17);
  5. Considerar las perspectivas de otras (Prov. 26:12, 16);
  6. “Sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse.” (San. 1:19).

Escuchar es una manera de servir a los demás. El hablar no requiere de humildad, pero sí requiere mucha humildad para escuchar en verdad.

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La Comunicación (Parte 7): Discurso Real

«Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.» (Efesios 4:29)

Motivos Apropiados para Hablar

El discurso que merece el nombre de “discurso real” incluye ser abierto y honesto mutuamente; pero no es el único componente. El discurso real es como un diamante, tiene muchas facetas, todas partes esenciales.

 Varias palabras en Ef. 4:29 enfatizan que el “discurso real” ocurre cuando las personas tienen motivos apropiados para hablar. Debemos preocuparnos no sólo de lo que decimos, sino también por qué lo decimos. Pablo nos insta a hablar sólo “lo que sea buena para la necesaria edificación.” Según este versículo, cada palabra, no solo algunas sino la mayoría, debe ser con el propósito de edificar. La palabra griega para edificación era usada para describir el trabajo de un carpintero o un albañil, que era motivado por el deseo de edificar, no destruir. Parafraseando a Pablo, creo que dice, “Asegúrate de que nada de lo que pones en este proyecto de edificación sea más importante que las palabras que usas. Con cada palabra que pronuncias, o edificas o destruyes a la persona. Asegúrate de que lo que dices es motivado por un deseo de edificar a otros. Si no es así, no lo digas.”

Pablo dice al fin del versículo que nuestro discurso tenga el fin de “dar gracia a los oyentes.” Demostrar nuestra inteligencia o que caemos bien no debe ser el propósito de nuestro discurso. No debemos hablar para ventilar nuestra frustración, arreglar las cuentas o poner a otro en su lugar. En nuestra conversación con Dios Él nos invita a que hagamos nada “Por contienda o por vanagloria” Fil. 2:3-4 ¡Imagina cómo sería nuestra familia si en todo discurso competitivo, la promoción de uno mismo fuera eliminado! Al decir que debemos hablar palabras que ministran gracia a otros no significa que nunca debemos compartir cosas negativas con otras personas. Lo que indica es que cuando hablemos, debemos estar convencidos de que lo que decimos es beneficioso para la otra persona.

 

La Manera Apropiada de Hablar

Hablar unos con otros en una manera apropiada es otra faceta significativa en el diamante de la comunicación. Las palabras rodeadas de amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y malicia van a causar corto-circuito en la comunicación efectiva (Ef. 4:31). Pero las palabras benignas, misericordiosas y gentiles facilitarán el “discurso real” (Ef. 4:32). 

 

La Verdad Duele a Veces

Ser honestos con nosotros mismo no siempre es fácil.  A veces es humillante, doloroso y aterrador vernos como en verdad somos.  Como enfrentar la verdad puede ocasionar dolor, negarse a reconocerla parece ser una vía segura de evitarlo. En realidad eso nos impide que desarrollemos la relación que Dios propuso que tuviéramos con Él y con otras personas.  Y estas relaciones pueden ser construidas solamente sobre un cimiento de sinceridad y honestidad.  Y no podemos ser honestos con Dios u otros si no tenemos voluntad de hablar la verdad con nosotros mismos.

 

Andando en la Luz

Varios versículos en 1 de Juan nos ayudan a entender por qué la sinceridad y la honestidad son cruciales para unas relaciones sanas.  “Si decimos que tenemos comunión…, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él (Dios) está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7). 

Dos declaraciones sobre la verdad de este pasaje:

  1. La verdadera comunión con Dios y otros es imposible para la gente que anda en tinieblas. “Si decimos que tenemos comunión, y andamos en tinieblas, mentimos.”
  2. Juan dice, “Si andamos en luz,…tenemos comunión…”  Andar en la luz es requisito prescrito para la comunión verdadera con Dios y otros.
  3. Al construir sobre esta definición, podemos concluir que andar en la luz significa que debemos ser veraces y abiertos con nosotros y con los demás.   

Esconder o disculpar nuestro ser interior, incluyendo nuestros pecados y debilidades, impide que desarrollemos unas relaciones de altura. (1 Juan 1:8, 10)  También, imposibilitamos que haya una verdadera comunión. Tengamos que andar en la luz, de tal manera que tengamos una conciencia cabal de nuestros pecados (1 Juan 1:9).  Jesús indica que los que no quieren ser descubiertos evitan la luz; pero los que no tienen miedo de que los conozcan tal como son se acercan a la luz (Juan 3:20-21).  No pretenden ser lo que no son.  

TU FAMILIA, COMO DIOS LA QUIERE, por Dr. Wayne A. Mack

La Comunicación (Parte 6): A Decir la Verdad

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. (Ef. 4:25)

La importancia y el poder de la comunicación verbal

Como hemos visto en Efesios 4:25: “hablad…cada uno con su prójimo, porque somos miembros los unos de los otros.” 1.) Nos manda hablar.  La comunicación es una obligación. 2.) Cada uno de nosotros tiene la orden de hablar. Dios quiere que practiquemos la comunicación efectiva. 3.) Debemos hablar cada uno con su prójimo (vecino, el compañero cristiano, cualquier persona cerca de nosotros, cualquier humano con quien tenemos contacto (Luc. 10:29-37).  4.) Debemos hablar unos con otros porque somos miembros de un cuerpo (Ef. 4:16, 1 Cor. 12:13). Lamentablemente la humanidad nunca ha inventado un instrumento con más poder destructivo que la lengua humana. Pero a la vez esta misma lengua puede ser una fuerza enormemente positiva y constructiva en tu vida familiar.

 

El Buen Discurso es Veraz

(Ef. 4:25) La veracidad con otros empieza siendo veraz en cuanto a lo que eres.  Las Escrituras nos advierten muchas veces del engañarnos a nosotros mismos. Santiago escribe el peligro de ser guiado por ilusiones (Sant. 1:22).  Jeremías informa que nuestro corazón es más perverso que todas las cosas (Jer. 17:9). El escritor de Proverbios asevera que nos engañamos a tal grado, que ni tenemos conciencia de lo pecadores que somos (Prov. 16:2). En muchas de sus epístolas, Pablo toca el mismo tema; por ejemplo, a los corintios escribe, “Nadie se engañe a sí mismo” (1 Cor. 3:18), y urge a los romanos no tener un concepto más alto de sí que el que deben tener. (Rom. 12:3).

 

La Verdad Duele a Veces

Ser honestos con nosotros mismo no siempre es fácil.  A veces es humillante, doloroso y aterrador vernos como en verdad somos.  Como enfrentar la verdad puede ocasionar dolor, negarse a reconocerla parece ser una vía segura de evitarlo. En realidad eso nos impide que desarrollemos la relación que Dios propuso que tuviéramos con Él y con otras personas.  Y estas relaciones pueden ser construidas solamente sobre un cimiento de sinceridad y honestidad.  Y no podemos ser honestos con Dios u otros si no tenemos voluntad de hablar la verdad con nosotros mismos.

 

Andando en la Luz

Varios versículos en 1 de Juan nos ayudan a entender por qué la sinceridad y la honestidad son cruciales para unas relaciones sanas.  “Si decimos que tenemos comunión…, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él (Dios) está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:6-7).

Dos declaraciones sobre la verdad de este pasaje:

  1. La verdadera comunión con Dios y otros es imposible para la gente que anda en tinieblas. “Si decimos que tenemos comunión, y andamos en tinieblas, mentimos.”
  2. Juan dice, “Si andamos en luz,…tenemos comunión…”  Andar en la luz es requisito prescrito para la comunión verdadera con Dios y otros.
  3. Al construir sobre esta definición, podemos concluir que andar en la luz significa que debemos ser veraces y abiertos con nosotros y con los demás.

Esconder o disculpar nuestro ser interior, incluyendo nuestros pecados y debilidades, impide que desarrollemos unas relaciones de altura. (1 Juan 1:8, 10)  También, imposibilitamos que haya una verdadera comunión. Tengamos que andar en la luz, de tal manera que tengamos una conciencia cabal de nuestros pecados (1 Juan 1:9).  Jesús indica que los que no quieren ser descubiertos evitan la luz; pero los que no tienen miedo de que los conozcan tal como son se acercan a la luz (Juan 3:20-21).  No pretenden ser lo que no son.

 

Niveles y Estilos de Comunicación

En cualquier relación creciente, las personas tienen que comunicarse en varios niveles.  Existen relaciones familiares profundas, armoniosas e íntimas cuando las personas utilizan diferentes estilos de comunicación. Cada estilo es importante y debe su empleado de proporciones apropiadas por todos los miembros de la familia.

Nivel 1: Frases esenciales para empezar conversaciones“¡Buenos días!” “Hola, ¿cómo estás?”

Nivel 2: Reportar hechos o información. Aunque comunicar los hechos es esencial, las relaciones seguirán siendo superficiales si la conversación nunca llega a ser más profunda que eso.

Nivel 3: Impartir ideas, evaluaciones, juicios o invitar a otros a analizar ciertos eventos o hechos. “En mi opinión…” “Creo que…” Algunas personas pretenden protegerse de la crítica de desacuerdo. Mientras sus opiniones sean mantenidas en secreto, nadie puede decir, “¡Qué ridículo! ¡No veo por qué piensas así!  O sea recibir consejo que no quieres escuchar.

Nivel 4: Reconocer apropiadamente y expresar nuestros verdaderos sentimientos (Prov. 26:23-28).

TU FAMILIA, COMO DIOS LA QUIERE, por Dr. Wayne A. Mack

La comunicación bloqueada

La Comunicación (Parte 5): La comunicación bloqueada

Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. (Efesios 4:25-30)

Mantén Abiertos los Circuitos

Hablar y comunicar no son necesariamente la misma cosa. En numerosos ocasiones traté de llamar a alguien pero no pude comunicarme porque los circuitos estaban bloqueados. Algo pasaba en la línea que hizo imposible mi llamada. Si hubiera hablado ante mi teléfono por varias horas, nadie lo habría aprovechado; y el mensaje no llegaría a la persona a quien iba dirigido. Es muy común que en muchas familias los circuitos están bloqueados. Puede ser que a las familias disfuncionales no les falte la verborrea; los mensajes son enviados pero los miembros de la familia no los reciben ni entienden. No están usando las palabras para edificarse, animarse o hacer que los miembros de la familia estén en armonía (Ef. 4:25, 29). Los circuitos de comunicación deben estar libres, abiertos si estas familias van a funcionar bíblicamente.

 

Dos Categorías de Hablar que Bloquean los Circuitos

Estos son parte de las instrucciones para cómo relacionarnos con los demás a través de una comunicación efectiva.

1. La Mentira – El versículo 25 dice que la mentira bloquea la comunicación en tu familia. La Biblia indica que todos nosotros practicamos la mentira (Salmo 58:3; Jer. 17:9). Todos tenemos un corazón engañoso y descarriado que se ha apartado desde el nacimiento hablando mentiras. Algunos de nosotros somos más engañosos que otros, pero ninguno de nosotros ha sido absolutamente honesto.

a. Mentira Descarada – Las mentiras pueden ser practicadas de muchas maneras. La forma más común es la mentira descarada. Algunos miembros de la familia dicen, “Sí, lo voy a hacer” pero no lo hacen, “No lo hice” cuando sí lo hicieron; “No lo dije de la manera que lo entendiste” cuando esa era su intención. Por miedo Abraham mintió a Faraón sobre su relación con Sara (Gen. 12:10-20). La Biblia demuestra cinco cosas acerca de la mentira 1) es una práctica común. 2) hasta la gente piadosa está tentado a mentir. 3) debemos tomar en serio la amonestación de cuidarnos de la mentira. 4) otros miembros de la familia se dan cuenta de las mentiras. 5) la mentira causa problemas personales y familiares.

b. La Exageración Letal – La exageración es una forma de mentira más sutil, pero igualmente letal. Ocurre cuando inflamamos las cosas fuera de proporción. Las palabras como “siempre”, “nunca”, “nada”, “totalmente”, “absolutamente” y “todo el tiempo” sirven como tarjetas rojas, avisándonos que existe una aseveración exagerada. Raramente es verdad que alguien comete “siempre” cierta ofensa o “nunca” realiza una buena obra en particular. Pero no es una exageración decir que las relaciones familiares son dañadas por tales exageraciones.

c. Falsificación – La falsificación, primo cercano de la exageración, es parte de la familia de la falsedad. Tal vez no existe forma más común de mentir, ya que cambia el orden de los hechos sobre una persona y su comportamiento. La verdad es torcida y distorsionada añadiendo, suprimiendo o presentando con parcialidad los hechos así que el resultado poco tiene de realidad. Como nos advirtió Jesús, hay instancias cuando alguien es maltratado por miembros de su propia familia (Mat. 10:36). Es más, cuando nos lastima otra gente, tendemos a falsificar sus palabras y motivos, causando más disensión en el hogar.

2. Las Palabras Corrompidas – Una segunda categoría de palabras que bloquean circuitos es mencionada en Efesios 4:29. La palabra corrompida, al igual de las falsificaciones, debe ser erradicada de nuestra conversación.

a. La Desviación – Esto ocurre cuando, en el curso de la conversación, ningún asunto es discutido a plenitud. Hay cambio constante de temas sin llegar a ninguna resolución de nada.

b. La Brusquedad Verbal – La brusquedad es una forma de hablar insalubre que hay que hacer a un lado. Las Escrituras nos animan a que seamos expertos en la técnica de la suavidad. Si pronuncias palabras suaves, benignas y respetuosas, la gente se acercará a ti.

c. Palabras de pólvora – Proverbios 18:6 describe a un tipo de discurso insalubre muy serio al que llamo “palabras de pólvora.” Cuando algunas personas “disparan” con su boca, es muy difícil no regresarles el tiroteo verbal, si no físicamente. Su discurso explosivo invita a los azotes, figurativa o literalmente.

d. Discurso Negativo Excesivo – Algunas gentes se quejan constantemente y siempre andan buscando faltas. Pocas veces afirman o hablan de las virtudes positivas en otros. Raras veces reconocen las cosas buenas que pasan en el mundo o en la iglesia o en su familia. Son expertos en el discurso negativo excesivo. El hogar es convertido en un lugar donde los espíritus están quebrantados o abrumados en vez de levantados, donde reina el desánimo en vez de la felicidad – un lugar que la gente quiere y querrá evitar.

¿Quieres edificar tu familia como Dios quiere? Toma en serio estos bloqueadores de circuitos. Por fuera parecen inocentes e inofensivas. Pero no lo son. ¡Son letales!    

TU FAMILIA, COMO DIOS LA QUIERE, por Dr. Wayne A. Mack

 

 

 

La Comunicación (Parte 4): Las Muchas Palabras

«En las muchas palabras no falta pecado;
Mas el que refrena sus labios es prudente.»

Proverbios 10:19

El Peligro de Muchas Palabras

Muchas cosas buenas pueden ser destructivas si abusamos de ellas, inclusive la comunicación en el hogar. La Biblia indica que muchas veces las “muchas palabras” pueden ser una práctica destructiva (Prov. 11:22).  En Proverbios 17 “muchas palabras” es acusado de destruir las buenas relaciones: “El que la falta divulga, aparta al amigo” (v. 9). La persona de “muchas palabras” puede destruir amistades, estorbar matrimonios, y causar el deterioro de las relaciones entre padres e hijos (Ecl. 3:7).  Las múltiples formas de “muchas palabras” incluyen 1. El monopolio donde la interacción verbal con ellos es convertida en un monólogo. 2. El chisme o el compartir ilegítimo de los problemas de la familia (Pr. 26:22). 3. Las palabras defensivas que es una práctica común en las familias de hoy (Pr. 16:2). 4. El habla dominante, el “boca de motor” y el fastidio son algunos otros ejemplos.

 

Razones para “Muchas Palabras”

1. El orgullo – ¿Por qué algunas personas se habitúan a “muchas palabras”? Una razón es el orgullo. Hablar excesivamente puede reflejar el deseo de ser la luz del proyector del teatro. Fanfarronear, monopolizar conversaciones y chismear son maneras de proyectarse uno mismo. Cuando uno escucha a otro con atención, sin interrumpirla ni dejar vagar su mente está manifestando respeto hacia la otra persona. Escuchar requiere, a veces, humildad porque la luz está en la otra persona. Por otro lado, cuando una persona domina la conversación es como si dijera: “Merezco que todos se enfoquen en mí. Soy el único que tiene algo que vale la pena decir.”

2. El egoísmo – Donde hay orgullo también existe el egoísmo. Una persona de “muchas palabras” puede ser experta en maniobrar todas las conversaciones de su familia a fin de que encuadren con su agenda. Aunque pretende tener interés en las opiniones o perspectivas de su esposa o sus hijos, en la práctica o apaga lo que ellos dicen o los escucha a un lado como si carecieran de valor (Pr. 18:2).

3. El temor al silencio – Algunas personas piensan que el silencio es malo, así que las conversaciones con pausas los torna ansiosas. Sienten que tienen la responsabilidad de mantener activa la conversación; y si no lo hacen, la gente van a pensar que son tontas (Pr. 16:27).

4. La soledad – Las personas solas se conviertan frecuentemente en gente de “muchas palabras.” Desean que algunos se convirtiera en su amigo, y no sabe cómo cerrar el espacio entre ellos y vencer su soledad. Tratan de resolver este problema con palabras, hablando todo el tiempo.

5. El hábito, o costumbre, asado – Personas de “muchas palabras” son frecuentemente producto de su pasado.

6. No Escuchar – No tener deseos de escuchar puede precipitar que haya “muchas palabras.”

7. Deseo de Controlar Temas ­– El hablar excesivo puede ser un instrumento de control.

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Sugerencias para vencer “muchas palabras”

  • Evalúa si tienes problemas con “muchas palabras” (Prov. 27:6).
  • Hazlo un asunto de oración (Sal. 141:3; Sant. 3:8).
  • Identifica las razones para tu comportamiento.
  • Estudia las Escrituras para descubrir cómo Dios quiere resolver la dificultad de raíz (1 Cor. 10:13).
  • Selecciona y familiarízate con pasajes que tratan específicamente con “muchas palabras” (Col. 3:16).
  • Hazte responsable frente a otros miembros de tu familia (He. 3:12-13).

TU FAMILIA, COMO DIOS LA QUIERE, por Dr. Wayne A. Mack

La Comunicación (Parte 3): Déficit de Palabras

Panal de miel son los dichos suaves;

Suavidad al alma y medicina para los huesos. 

(Prov. 16:24)

Como el agua fría al alma sedienta,

Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

(Prov. 25:25)

 

El Valor de Las Palabras

“Siempre que deseo platicar con mi esposa de algo que me ayudaría a conocerla mejor, cierre la boca y rehúsa hablar. Ella se cierre a todo.” “Mi esposa muy pocas veces inicia una conversación. Si yo no empezara casi todas las conversaciones, mi casa sería como una morgue.” “Mi esposo tiene una sola palabra en su vocabulario. No, en realidad tiene dos: una es ‘Sí’ y la otra es ‘No’”. “Me casé con un diario con piernas.” “Hacer que nuestro hijo hable es como sacar sangre a las piedras.”

Muchos pastores han escuchado que la gente se expresa con dolor de que su comunicación ha sido rota de alguna de esas maneras. Multitudes de hombres y mujeres anhelan comunicarse más con otros miembros de la familia, pero un patrón dominante de poca o nula conversación entre ellos los mantiene a distancia.

Dios nos enseña a comunicarnos verbalmente, y espera que así lo hagamos. Sigue una lista de algunos de los muchos versículos que nos animan a usar el regalo del habla, y nos advierte en contra del “hablar poco.”

Manantial [fuente de agua pura] de vida es la boca del justo… (Proverbios 10:11)

Los labios del justo apacientan [cuidar] a muchos… (Proverbios 10:21)

La boca del justo producirá sabiduría [aplicación del conocimiento]… (Proverbios 10:31)

Hablando entre vosotros [de las cosas del Señor]… (Efesios 5:19)

Alentaos [exhortar y instruir] los unos a los otros con estas palabras (I Tes. 4:18)

 

Déficit de Palabras

Tal vez la manifestación más común de “una persona de pocas palabras” es simplemente, una falta de palabras. La gente a menudo confiesa que su familia pasa días sin pronunciar una palabra. Cuando existen patrones malos, la relación queda en un nivel muy superficial y llega a ser aburrida.

Hay muchas razones para pocas palabras. Una pregunta compleja para muchos es, ¿Cómo se establece en el hogar? Hay seis causas o fuentes comunes para las personas de “pocas palabras.”

1. La fatiga – El mucho esfuerzo gastado en comenzar una conversación con alguien de “pocas palabras” es cansadora.

2. La venganza egoísta – El egoísmo, y un deseo de castigar son raíces poderosas de “pocas palabras.”

3. Un complejo de inferioridad – Tiene miedo de que si abre la boca, va a parecer tonto.

4. El miedo – No se sabe si puede hablar libremente.

5. Las costumbres – Algunas personas aprenden a ser de “pocas palabras.”

6. Estar ocupado – Hablaría más si tuviera tiempo.

 

Como Vencer a “Pocas Palabras”

Las Escrituras ofrecen una solución perfecto en cuanto a la importancia de hablar y comunicarse (Efesios 4:25). Uno debe ser correcto en lo que dice.

1. Habla en vos alta. – Es un verbo en el imperativo, quedarse callado es injusto.

2. Habla la verdad. – Una mentira nunca es justo, no decir toda la verdad es injusto.

3. Habla la verdad en amor. vs.15 – Es importante la manera en que uno se comunica.